miércoles

Embriagados en la Noche

Te recomiendo que leas si quieres 1ª Tesalonicenses 5:1-11 donde encontrarás uno de los muchos pasajes bíblicos que advierten que el día de Señor vendrá como ladrón en la noche. Entre los cristianos eso es casi una frase hecha, donde inmediatamente decimos que es una forma de expresar lo repentino o sorpresivo de la segunda venida de Cristo, pero ¿Nunca te ha llamado la atención esa comparación con un ladrón? ¿No tenía Jesús otra mejor historia para esta parábola? ¿No es ladrón algo “malo”, todo lo contrario de Jesús?

A veces leemos tan rápido que pasamos por alto secretos escondidos. El ladrón viene en la noche, roba en la noche, se mueve en la noche, en la oscuridad, ocultamente… Pero cuando venga Cristo ¡Todo ojo lo verá! Entonces, ¿Cómo es esto posible? ¿Vendrá Cristo oculto como un ladrón y a la vez de forma gloriosa y a la vista de todos? ¿Es esto una contradicción? ¿Luz y oscuridad mezcladas? Algo falla… Posiblemente nuestro entendimiento, porque Dios no se equivoca…

Fíjate ahora en el verso 7 del pasaje citado, que dice: “Pues los que duermen, de noche duermen, y los que se embriagan, de noche se embriagan.”

Quizás otro día veamos el por qué de la comparación con un ladrón, pero hoy nos fijaremos en la otra parte que decimos de corrido: La noche. Hay una actitud en el corazón del ser humano que le lleva a vivir “en la noche”, en la oscuridad, y eso denota un comportamiento pues, se escoge ese momento del día para dormir, descansar… y algunos aprovechan para ocultarse y para hacer esas cosas que no quiere que nadie vea, las cuales podrían llenar una larga lista; pero me interesa lo que acabamos de leer en el verso 7: “Los que se embriagan, de noche se embriagan”

Vimos en el pasado post el problema de una mala comida, los efectos de letargo que tiene la CIZAÑA, y ahora, hablamos de la bebida. No es un misterio que el vino alegra el corazón, y que ingerirlo en exceso, aturde el entendimiento. Solo hay que ver a alguien que se haya emborrachado para notar que actúa distinto a lo normal, se toma libertades que no tomaría en su sano juicio, dice cosas escondidas en su corazón que no saldrían de otro modo de allí, y puede llegar a crear un ambiente de éxtasis sucedáneo en el que cree vivir una realidad inexistente, pero palpable y muy real para el que se encuentra en ese estado.

Entonces, sabiendo que se puede vivir en el día o en la noche, no es de extrañar que Jesús mismo dijera estas palabras en Lucas 21:5-36 que culmina en estos tres versículos (34-36):

“Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día. Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra. Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre.”

Aquí, Jesús advierte de cosas que sucederán en los últimos días, y de cómo sus discípulos corremos un riesgo: Que nos llenemos de glotonería, embriaguez, y de los afanes de la vida.

¿Acaso no conoces a gente a tu alrededor que trabaja, corre y se desvive por pagar su hipoteca, por comprar un nuevo y potente coche, por tener las máximas comodidades posibles? No digo que aspirar a estas cosas sea malo; lo malo es cargar el corazón de afán y preocupación por conseguirlas, es vivir ahogado entre los espinos de los que habla la parábola del sembrador, esos espinos que son los afanes que impiden el crecimiento a una semilla que YA ESTABA PLANTADA EN BUENA TIERRA: ¿Podrían estar así hoy día muchos que se llaman iglesia? (Mateo 13:7).

Sí, es la iglesia, el creyente que un día conoció un mensaje de libertad, el que voluntariamente se deja atrapar por esos afanes. Es más, a veces se embriaga, se vuelve un glotón vicioso que solo quiere más y más y no se da cuenta de la gran realidad: Vive una ilusión irrealizable, aspira a cosas que no son las cosas que a Dios le interesan, y entonces, vive como un borracho, creyendo ser feliz, y sin darse cuenta de que cuando le alcance el día, la dura realidad le espera, y le recordará que vivió un ficción, una vida paralela, un mundo que solo existió en su imaginación.

Estamos en días malos, y todos corremos el riesgo de olvidarnos en la embriaguez de que viene el día. No es casualidad que Jesús empleara una vez más esta figura hablando del siervo que esperaba a su señor en Lucas 12:41-48 si te fijas en los versos 45 y 46, dice:

“Mas si aquel siervo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir; y comenzare a golpear a los criados y a las criadas, y a comer y beber y embriagarse, vendrá el señor de aquel siervo en día que éste no espera, y a la hora que no sabe, y le castigará duramente, y le pondrá con los infieles.”

Este también estaba en la casa, también era de los “fieles”, pero sus “borracheras” convirtieron su trabajo, su “ministerio”, en algo detestable a los ojos de su señor, al punto de ocasionar no solo un duro castigo, sino el perder la posición de estar en su casa: Se le puso con los infieles.

Me pregunto si hoy no debiéramos andar con más cuidado, procurando santidad y honestidad absoluta, y sobre todo no tomando vino extraño ni adulterado, ese que nos aturde y nos hace vivir en un mundo de fantasía. Sí, a veces para muchos el cristianismo se convierte en una ilusión, donde se juega a las “iglesitas”, a ser “buena gente”, a tener una perfecta “apariencia” de piedad, a los “cargos de autoridad eclesiástica”… Luego llegamos a casa y la noche se cierne sobre nosotros. El que permite esto en su vida sabe que lo hace, pero no sabe desintoxicarse, se ha acostumbrado al vino y no quiere dejarlo. ¿Recuerdas el mensaje de Odres Viejos?

Lo hermoso de todo es que Dios no nos pide que dejemos de beber vino, sino que nos ofrece uno mejor, uno que agudiza tus sentidos y a la vez te hace ser más feliz que quien toma de aquel otro que entontece ¿Recuerdas lo que dice Efesios 5:15-18?:

“Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor. No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu…”

Este es otro de los famosos textos usados tantas y tantas veces… No os emborrachéis con vino en lo cual hay desenfreno y libertinaje, sino sed llenos (repletos, atiborrados) del Espíritu…

¿Solo me ha pasado a mí o a ti también? ¿Cuándo te han predicado sobre este pasaje, han seguido leyéndolo completo o han detenido la marcha en este punto? ¡Claro es muy espiritual ser lleno del Espíritu, valga la redundancia! Pero me pregunto ¿Por qué no suelen predicarnos lo que viene unido a esto? ¿Por qué nos privan de esta realidad? ¿Cuál? Pues sigue leyendo los versos del 19 al 21… y lo verás:

“…Sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Someteos unos a otros en el temor de Dios…”

No dice que seamos llenos y punto; dice CÓMO podemos ser llenos del Espíritu (o al menos, algunas de las maneras de serlo): Hablando entre nosotros cosas de Dios, lo que aprendemos, canciones de siempre y otras nuevas del corazón o espirituales, o como dice en otros pasajes, con doctrinas, enseñanzas que recibimos cada cual de nuestro buen Dios… También con un corazón agradecido… ¡Y con sometimiento MUTUO!

¿Cuánto tiempo seguirá la iglesia dormida con ese vino de comunicación eclesiástica de una sola dirección que a veces se convierte en una verdadera droga? ¿Es que Dios solo le habla a un iluminado o un grupo de ellos? ¿No somos todos hijos del Altísimo? ¿No tenemos todos el Espíritu Santo? ¿Por qué no le dejamos entonces derramar su potencial en la riqueza multiforme del cuerpo de Cristo? ¿Por qué no nos reunimos en congregaciones en las que todos tengamos la palabra, todos podamos dar (no solo dinero) y todos podamos recibir de nuestros hermanos? ¿Seguiremos embriagados? ¿No corremos el peligro de terminar andando en la noche con tanta jerarquía que imposibilita el fluir de Espíritu? ¿Cómo podremos cumplir ese “sed llenos del Espíritu hablando entre vosotros con…”?

Sí, sé que las obras de la noche son manifiestas, y no faltan las listas bíblicas que las enumeran: Avaricia, hechicería, idolatría, adulterio, robo, asesinatos, ofensas… Pero no podemos apartar otras cosas no tan evidentes, pero que cohíben la libertad del cristianismo en la Tierra: ¡Acallar las voces anónimas en las congregaciones desde los púlpitos es mutilar el cuerpo de Cristo! ¿Quedará esto sin castigo?

Desde aquí, hago un llamamiento a que podamos alzar TODOS la voz, a que nos enriquezcamos unos a otros, en amor, como dice el texto que te recomendaba leer al principio, el de 1ª de Tesalonicenses 5:11,

“Por lo cual, animaos unos a otros, y edificaos unos a otros, así como lo hacéis.”

Vivir embriagado, o demasiado preocupado por las cosas que nos rodean, es como estar continuamente ausente a la vida espiritual. ¿Es que no nos damos cuenta de que somos un espíritu habitando en un cuerpo? ¿No vemos que somos lo invisible, lo interior, que simplemente viajamos en un vehículo perecedero de carne y hueso? ¿Seguiremos creyendo que lo que ven nuestros ojos es la realidad? ¡No! Eso lo piensa el que está harto del vino que enajena, el que olvida lo que somos y a donde vamos. Esta vida corre mucho, tanto, que cuando te vengas a dar cuenta se habrá agotado.

Yo al menos, quiero vivirla como si ya estuviera en el cielo donde está el trono de Dios, como dice en Efesios 2:6, sentado en los lugares celestiales, con Cristo, con mi mente despierta para los acontecimientos que se avecinan, para la reforma que cambiará los sistemas de la tierra y de la que llamamos iglesia. ¡No durmamos más! Cristo no puede llevarse una esposa arrugada, manchada y mancillada, no puede venir a por una iglesia que adultera idolatrando personajes, instituciones, denominaciones… Ni que bebe el vino que confunde sus sentidos. Yo, como dijera Salomón, (Cantar de los Cantares 1:2) prefiero decirle a mi amado: “Porque mejores son tus amores que el vino.”

jueves

Comida Basura

La comida basura, o comida chatarra, es un adjetivo que describe a los alimentos que suelen ser de rápida preparación (una hamburguesa en cinco minutos, productos listos para tomar con solo dos minutos en el microondas…) y con una composición desequilibrada de nutrientes (exceso de grasas, sales, azúcares o colorantes). Los problemas de dicha comida son consabidos: Te llenan mucho, te alimenta poco o mal, y además te meten la prisa en el cuerpo, porque la rutina cotidiana te dice que debes comer rápido. Todo esto sería anecdótico de no ser por la mella que hace en nuestras vidas: Nos acostumbramos a vivir así, a tenerlo todo al momento, a comer lo que sea más fácil o rápido sin importar qué, basta con que engañe a nuestros estómagos, para que parezcan estar saciados… Y a veces comemos puro veneno para nuestro organismo, pues esos desequilibrios y/o excesos de azúcares y grasas, derivan en altos niveles de colesterol, triglicéridos, glucemia desbordada...

¿Eso es un problema para nuestro cuerpo? Sí, y para nuestro ser interior. ¿Por qué? Porque nos acostumbramos a comer cualquier cosa, aunque no nos alimente… Y lo carnal trasciende de lo espiritual. De hecho, si toleras engullir cualquier cosa de forma cotidiana, es muy posible que, espiritualmente hablando, te suceda lo mismo. Por eso en algunos lugares en los que se habla de Dios y de Jesús se puede dar el caso de “la comida basura”. Quizás pienses que estoy atentando contra instituciones sagradas, pero el sagrado solo es Dios.

¿Por qué digo esto? Porque hay lugares que se denominan cristianos en los que se da de comer… ¿Qué cosa? Dicen que se da de comer la Palabra de Dios; pero lejos de lo que parezca, es nuestro deber examinar si es cierto o no que esa comida viene realmente del cielo. En muchas congregaciones se entrega alimento malo, que llena pero no sacia, que calma el apetito pero no alimenta ni hace crecer, que parece que te sustenta y sin embargo te deja desnutrido. Un buen alimento te hace crecer, estar saludable, y desarrollarte física, intelectual y anímicamente; por el contrario, un mal sustento te mata poco a poco, casi sin darte cuenta.

¿Me lo estoy inventando? Pues busca información, por ejemplo, acerca de la cizaña (esa de la que algunas veces habrás oído predicar, y que se mezcla en los sembrados de trigo). Sé que la parábola de la cizaña tiene un sentido principal que bien merece que otro día le dedique un post, pero por ahora, la usaremos solo como un ejemplo que Dios nos ha dejado en la naturaleza para hacernos aprender: La cizaña tiene el mismo aspecto que el trigo, pero mientras que el grano de trigo alimenta, nutre, y es básico para el ser humano, la cizaña está como hueca, y si se toma por error, adormece, e incluso en grandes dosis llega a envenenar…

No me lo estoy inventando, solo tienes que buscarlo. Según el Diccionario de la Real Academia Española, leemos en su primera acepción lo siguiente: CIZAÑA (Del griego “zizanion”). Planta anual de la familia de las Gramíneas, cuyas cañas crecen hasta más de 1 metro, con hojas estrechas de 20 centímetros de largo, y flores en espigas terminales comprimidas, con aristas agudas. Se cría espontáneamente en los sembrados y la harina de su semilla es venenosa.

¿Acaso crees que Jesús contaba parábolas acerca de la cizaña por casualidad? Él vivía en una sociedad agrícola, que entendía esto a la perfección, sin necesidad de que nadie explicara el poder dañino de esta mala hierba; los propios rabinos judíos, llamaban a la cizaña “semilla degenerada del trigo”. Pero nosotros no nos damos cuenta de la riqueza de esta enseñanza que nos regaló Cristo, y es que leemos lo de la cizaña de una forma tan poética que perdemos su verdadero sentido. Jesús advertía contra la cizaña porque podía confundirse con trigo, con alimento bueno: Tenía su misma apariencia externa, e incluso llegaba a mezclarse con el cereal sano, pero esta mezcla resultante producía una herida con efectos secundarios: Al ingerir la harina producida a partir de este grano venenoso (o mezclada con la del bueno, la del trigo) se producían cansancio, sueño, apatía, falta de visión, nauseas e incluso la muerte.

Si admitimos que la cizaña no crecía aparte del trigo, sino mezclada con este ¿No debiéramos asegurarnos que lo que se come en las congregaciones cristianas sea trigo del bueno? Por los frutos se conocen las cosas, los ministerios, los falsos maestros… Los síntomas son evidentes, y antes de llegar a una “muerte espiritual”, anteceden los indicativos citados. Piensa por un momento:

¿Llegas desanimado a un templo, escuchas un sermón, y cuando regresas a tu casa sigues teniendo la misma sensación de apatía con la que venías? ¿Estás cansado de siempre lo mismo, sientes sueño espiritual? ¿Te falta visión para ver el reino de Dios y su cumplimiento en tu vida? ¿Tienes metas celestiales o solo piensas en lo que te queda de día? ¿Te sientes bien nutrido y fortalecido? ¿Notas como creces día a día o estás igual que hace un año? ¿Tienes "nauseas" espirituales (ganas de vomitarlo todo y de olvidarte de cuanto te rodea)? ¿Eres capaz de distinguir por ti mismo si una cosa es acorde a la voluntad de Dios, o necesitas de algún “entendido espiritual” que decida por ti? ¿Te olvidaste ya de la predicación de hace dos domingos o la estás pudiendo aplicar a tu vida con buenos resultados...?

Si estas cosas o alguna de ellas se dan en tu vida, mira que no estés comiendo cizaña en vez de trigo; no sea que en lugar de Palabra de Dios estés nutriéndote de costumbres, normativas y falsas enseñanzas que mermen tu vida en Cristo. Recuerda el consejo de Pedro, el apóstol:

“Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, toda hipocresía, envidias, y todas las detracciones, desead como niños recién nacidos la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación, si es que habéis gustado la benignidad del Señor.” (1ª Pedro 2:1-6)

Si Pedro habla a las iglesias acerca de desear la leche espiritual no adulterada, es porque admite que por entonces ya podía encontrarse también alimento malo entre los cristianos. Y la Escritura abunda en enseñanzas contra falsos maestros, falsos profetas y falsos apóstoles. Entonces, si eso pasaba poco después de haber estado el propio Jesús en la tierra ¿Qué te hace pensar que en estos últimos tiempos no pueda seguir sucediendo lo mismo? ¿Acaso crees que un falso maestro se va a presentar ante ti con un cartel en la solapa que diga: “Licenciado en herejías? ¿Y tú aceptarías la enseñanza de, por ejemplo una secta diabólica? Es evidente que no, no sería el método usado para confundirte…

El sistema que usan los engañadores se describe en la Biblia, y Jesús lo desveló abiertamente: La cizaña mezclada con el trigo, la levadura de los fariseos mezclada con el pan: Las mentiras que te envenenan mezcladas con la pura y genuina Palabra de Dios. Si no aprendes a distinguirlas, si no ejercitas el discernimiento, la cizaña te envenena, y es cuestión de tiempo (si no te ha pasado ya) que el “sistema” (“la estructura seudo-cristiana”) absorbe tu voluntad y tu capacidad para pensar, y ya no eres capaz de hacer nada si alguien no te da “permiso”... Jesús no vino a esclavizarte, sino a hacerte libre y darte vida abundante; pero la cizaña, las medias verdades, el evangelio light, adormece tus sentidos, te entontece.

Si recuerdas la historia de Daniel y sus tres compañeros (Daniel 1:6-16), en plena Babilonia rehusaron engullir esta “comida basura” (la cual tenía un excelente aspecto) y se nutrieron debidamente. Cuando pasó el tiempo determinado como prueba, su apariencia era mejor que la de todos los que habían comido las deliciosas y selectas carnes babilónicas. NO vivas de apariencia externa, no te alimentes del falso evangelio, de las palabras bonitas que no sacian.

¿Y cuál es el falso evangelio? El que Jesús mismo desenmascaró, el de “los panes y los peces”, el que te ofrece beneficio tras beneficio, al punto de que ya solo quieres cosas buenas para ti y pierdes la visión de cuerpo y de reino a la que Dios nos ha llamado. Debiéramos seguir a Jesús solo por el hecho de ser quien es: Tu Salvador, tu Señor, tu Dios Soberano y a la vez Amigo y Padre. Pero en cambio, muchos le siguen por las sanidades, la provisión, la prosperidad, la salud emocional, y cualquier petición que se te pueda ocurrir.

Y es que el evangelio que posiblemente te han predicado hasta ahora (si no es así, eres afortunado), solo toca tus sentimientos y necesidades. Ese falso evangelio predica PARTE de la verdad, y se centra en cosas como: Dios te sanará, él te proveerá, toda tu familia se convertirá, Jesús te ayudará y prosperará siempre, no te faltará nada, tendrás abundancia de bienes… ¡Pide lo que quieras!

Sí, es cierto, Jesús puede hacer todo eso y más; pero todas estas cosas citadas solo son la añadidura, (Mateo 6:33) pues lo primero, lo importante de verdad, es “buscar el reino de Dios y su justicia”, o sea, que su soberanía se manifieste en la tierra, empezando por tu propia vida, que se cumpla la justicia (esto nos habla de arrepentirnos, y reconocer lo que es justo, la soberanía y poder redentor de Jesucristo, y de nuestra propia conducta en rectitud).

Si solo buscas la comida, los panes y los peces, los beneficios (y no me lo invento yo, lo dice la Biblia en Juan 6:26-27), encontrarás el reproche del mismísimo Jesús, como cuando confrontó a la multitud que le seguía por lo que LES DABA y no por lo que ÉL ERA. Cuando les habló de cosas espirituales, la mayoría de la multitud se fue de su lado: No habían entendido nada…

Debes estar bien, notar el crecimiento interior, en sabiduría, en entereza, en saber afrontar los problemas… No poniendo cara de soportarlo todo y llorando luego a escondidas. Si llevas mucho tiempo asistiendo a una congregación y aún sigues necesitando que cada domingo te digan qué hacer, a donde ir, y qué cantar, si no eres capaz de buscar comida por ti mismo, perdona que te diga, pero estás desnutrido, tienes dependencia de “ilustres personajes y eruditos bíblicos”, una dependencia insana que, de no cambiar, te puede llevar a la muerte.

Recuerda aquellas palabras acerca de los creyentes que debiendo ser maestros seguían siendo inmaduros, inexpertos (Hebreos 5:11-14) Fíjate especialmente con el verso 14, que dice: “El alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.”

¿Te identificas con eso? ¿Miras atrás y ves que han pasado los años pero tú no has mejorado, que no has crecido? Examínate, discierne. Si no tienes vida íntima, comunión y crecimiento bien apegado a Jesús, entonces estás tragando “comida basura” que te llena un domingo y te deja con hambre el resto de la semana… O incluso toda tu vida.

¿Y sabes el problema del que está desnutrido? Que por pura hambre come cualquier cosa, sea buena o mala; lo que se pueda tragar, se come. Si se reúne en algún centro cristiano donde se predica la Palabra de verdad, estupendo, pero si le están dando cizaña desde un púlpito, se la traga igual, porque tiene hambre, porque no ha crecido, porque no la distingue… El final, si no cambia sus hábitos alimenticios, es la muerte por envenenamiento. Y esta no es una crítica, es una voz de alerta: ¡Despierta de una vez! ¡Jesús es mucho más que todo eso!

Quizás pienses que no tienes por qué creerme, que solo quiero criticar, oponerme a lo establecido o traer dudas, pero eso mismo es lo que decían los fariseos acerca del propio Jesús. De modo que hoy me atrevo a ponerte en la disyuntiva: No pido que me des la razón, ni que me creas. Un profeta profetiza y avisa de lo que viene, de lo que puede pasar si se sigue un mal camino. Pero mi opinión no vale más que la tuya, yo no soy nada, solo alguien que busca la verdad en la Palabra de Dios, y te invito a que tú hagas lo mismo. No dejes que otros opinen por ti, decidan por ti, dispongan de ti… porque eso no le corresponde a hombre alguno. Estamos para edificarnos unos a otros, no para que se enseñoreen los pocos de los muchos.

Si lees la Biblia con una mente renovada en el Espíritu, verás que todo esto no lo digo yo, lo dice Él. Y si Él te revela estas cosas, entonces quizás tendrás que decidir lo que tantos y tantos cristianos que cambiaron la historia eligieron antes que nosotros: Servir a Dios antes que a los hombres. Esto no es una rebelión, es la reforma que llevará a la iglesia a la estatura y semejanza de Cristo, con testimonio y peso suficiente para que la gente pueda ver algo diferente en nosotros; las multitudes están cansadas de fariseísmo hipócrita y de estructuras jerárquica calcadas de la política mundanal. El mundo espera la manifestación de la verdadera iglesia, la que refleje a Cristo sin duda alguna. No te quedes mirando ¡Únete al cambio!

domingo

¿Debelador de Creencias?: No

Muchos que lean este blog, quizás lleguen a formarse una idea de mí un tanto alejada de la realidad. Porque hoy día, si un cristiano se atreve a decir lo que piensa abiertamente, es acusado de "rebelde", "resentido", o "dañado con la iglesia" (local, se entiende)... Pero eso mismo dijeron en sus "iglesias" de Lutero, Calvino, Erasmo, Zwinglio, y otros muchos, que se atrevieron a levantar la voz cuando descubrieron que la Palabra de Dios enseñaba acerca de la vida abundante, y por contra, algunas instituciones cristianas se morían en ritos y costumbres, donde a veces el dinero era el motor en lugar del puro amor. Sé que eso pasó hace mucho tiempo, y que se le puso el nombre de "La Reforma Protestante"... ¿Pero quién te ha engañado diciendo que ya se acabó? ¿Acaso no hemos de seguir creciendo? ¿No es necesario parecernos cada día más a Jesucristo?

Respondiendo a la cuestión anterior: No, no soy un rebelde, sino alguien que quiere ser cristiano como enseña la Biblia misma, y no según tradiciones. No, no estoy resentido, porque ni envidio lo de otros ni deseo venganza: Dios me enseñó a bendecir, no a maldecir, y tampoco odio a nadie, pues he perdonado a todos... De lo contrario no podría esperar ser perdonado por Dios. Y por último, no, no estoy dañado, porque la libertad y gozo de mi Cristo son bálsamo que me hacen vivir en niveles insospechados. Pero ahora, juzga tú si es pecado leer la Biblia, aprender cosas de ella, corregir errores del pasado, seguir creciendo y aprendiendo, y gritarlo a los cuatro vientos a todos los que tengan oídos para oír.

No quisiera ser duro ni crítico con nadie, pero como el Espíritu le dijo a la iglesia de Laodicea, debes comprar colirio y ponerlo en tus ojos para que veas bien, es necesario llamar las cosas por su nombre (lo contrario sería mentir): Digamos que puede ser que algunos, por el simple acto de pertenecer a tal denominación o grupo cristiano, se crean "baluarte único de la verdad". Pero ten cuidado si tú eres uno de ellos, pues hacer esto, es lo mismo que entronarte en el púlpito de la soberbia y decir: No necesito cambiar más, lo sé todo, nadie va a convencerme de otra cosa que no sea lo que pienso… ¡Mucho cuidado con esto! En Laodicea se llevaron una sorpresa por pensar así, pues se creían ricos, pensaban convencidos que no tenían falta de nada, pero el Espíritu les dijo que eran pobres, que estaban desnudos y ciegos… (Apocalipsis 3:14-22) ¿Acaso no tuviste que cambiar un día para comenzar a asistir a cultos evangélicos, por poner un ejemplo? ¿Entonces por qué no tienes disponible ya la opción de seguir cambiando, si justo el cambio fue la clave para que empezaras a conocer de veras a Dios?

¿Quieres que Dios te vomite de Su boca por navegar entre dos aguas? Yo no, y por eso no me conformo a lo que conozco, ni a los sistemas humanos establecidos; desde luego que no me creo un heraldo, ni alguien que nunca se equivoca, ni soy una persona con la plenitud de la razón: Por descontado que no. Pero tengo, como otros muchos en el mundo, al Espíritu Santo, Aquel a quien si le preguntas cosas con honestidad, te las muestra con claridad. Sé que Dios tiene cosas muy grandes para derramar sobre esta Humanidad, tantas, que no se pueden encerrar entre cuatro paredes, ni en una campaña de milagros, ni en una denominación, ni en una religión. Pero no seamos los mismos cristianos los que limitemos su poder en esta tierra y le ocultemos con un velo de religiosidad... Así, el resto del mundo no le podrá ver.

Hace tiempo que pienso en escribir un artículo como este, donde explicar la razón de este espacio titulado "No Más Mitos Cristianos", y navegando por la red, llegó a mis manos el fragmento de un discurso pronunciado por Francisco Oviedo, Presidente de la Comisión Organizadora de Libertad de Cultos en España, pronunciado el día 11 de marzo de 1910, en el antiguo teatro Barbiere de Madrid, España, y que refleja fielmente mi línea de acción como cristiano libre, y responsable ante el Único al que todos hemos de rendir cuentas. Habla de que no somos debeladores de creencias, lo que quiere decir que no es nuestro cometido "rendir al enemigo con la fuerza de las armas". (No estoy hablando de lucha espiritual ni nada parecido). Pablo lo expresó de otra manera, cuando dijo: "Porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder". (1ª Corinitos 4:2). Pero volviendo a la exposición de Francisco Oviedo, dice así:

"No somos debeladores de creencias, siempre respetables si son sinceramente profesadas, ni tampoco somos creadores de nuevas confesiones religiosas. Somos los hijos de la Reforma, los leales defensores del gran principio emancipador de la conciencia humana: el libre examen. Respetables son para nosotros las más atrevidas afirmaciones. El que pide, el que reclama libertad, no puede, no debe solicitar medidas de represión para la conciencia ajena. No somos sectarios de un Cristianismo estratificado, frío, cristalizado en las tenebrosas grutas de un pasado de intransigencias, del que aún tocamos muy lamentables consecuencias. No somos sectarios de ningún reformador, no seguimos la huella de ningún hombre, no obedecemos las inspiraciones de ninguna inteligencia, por augusta que sea. Seguimos libremente las inspiraciones de nuestra propia conciencia, formada al calor de los valores cristianos".

Estamos en tiempos donde una palabra resuena en todas las esferas: Intolerancia. Cualquier sector social pide tolerancia para sí mismo, pero una pregunta clave es esta: ¿Eres tolerante con los demás, tú, que pides que los demás sean tolerantes contigo? Si hago esta pregunta en congregaciones o denominaciones cristianas, la controversia está servida. Pero no es mi cometido crear división por defender diversos puntos de vista; más bien debemos aprovechar todos juntos los tiempos que corren, los avances de la técnica, para poder dar a conocer a Cristo a todo este mundo, pero de una manera humana, cercana, veraz a las Escrituras, fiel al reino de Dios.

Mi libertad para expresar lo que aprendo al estudiar la Biblia, no debiera ofender a nadie, sino enriquecer al que busca genuinamente la verdad de Dios, que nos llamó a estimularnos al amor los unos a los otros, y a edificarnos mutuamente con los tesoros que las Sagradas Escrituras encierran. Examínalo todo y retén solo lo bueno: ES TU RESPONSABILIDAD.

Piensa bien en esto: No podemos encerrar a Dios en un "Credo"; ni limitar Su Presencia solo al templo de una congregación los domingos; ni acotar Su sabiduría infinita y multiforme a las opiniones de algunos que se autodenominan doctos o teólogos... Ya que, quien explica la Escritura es aquel mismo que la inspiró: El Espíritu Santo, y Él habita en TODO aquel que le ha creído y recibido: Esto no es un privilegio solo para algunas personas "influyentes".

¿Encerraremos y limitaremos el poder revelador de Dios a las rígidas, y a veces obsoletas, normas de una estructura? La respuesta correcta debería ser que NO, un no rotundo si se da el caso de que dichas instituciones se basan sobre todo en "normas morales" o en "costumbres denominacionales" o en "tradiciones heredadas" las cuales, en ocasiones se anteponen a las básicas doctrinas de la Biblia: Amor, gozo, libertad, justicia, fe...

Jesús no vino a cargarnos de normas y leyes a cumplir, sino a regalarnos consejos que nos ayudarán a conocerle para vivir en plena libertad... esa libertad que te hace cantar y reír como Pablo y Silas, incluso encerrado en el más oscuro y profundo calabozo: ¡Soy libre! ¡Gracias Dios! ¡Eres precioso! ¡Te amo!

¿Qué es un MITO?


Un Mito es una cosa que no tiene una realidad concreta, que puede llegar a ser una fábula, una fantasía. Cuando un mito se confunde con algo real, la verdad se distorsiona. Algo así ha sucedido con el cristianismo actual, del que muchos escapan por el mítico concepto que tienen de él. Aún estamos a tiempo de hablar las verdades, a la luz de las Escrituras, la Palabra fiel y verdadera de Dios.